martes, 24 de septiembre de 2013

La matanza de la plaza de toros de Badajoz en 1936 fue una mentira inventada y propalada por el socialista Indalecio Prieto

Indalecio Prieto, el líder del PSOE más rápido con la pistola, tiene el honor de ser el autor intelectual de una de las más arraigadas mentiras de la Historia de España del siglo XX. Me estoy refiriendo a la matanza de la plaza de toros de Badajoz. Simplemente es una mentira porque nunca existió. El PSOE de Extremadura a través de dos de las tres instituciones que hasta hace poco tiempo ha controlado, despilfarradoras en extremos insospechados como son la Junta autonómica y las dos Diputaciones (hoy el PSOE sólo pasta en el presupuesto de la de Badajoz), no ha podido aportar ninguna prueba de la supuesta matanza de la plaza de toros. Ésta -simplemente- no existió. Ni con el millón largo de euros derrochado han sido capaces de encontrar nada. Fue una trola propalada por Indalecio Prieto. Precisamente el día de la supuesta matanza, la plaza de toros de Badajoz era un lugar especialmente peligroso porque había sido utilizado por la milicias del Frente Popular para concentrar camiones, los cuales fueron atacados por la aviación que auxilió la toma de Badajoz por las fuerzas dirigidas por el Teniente Coronel Juan Yagüe, existiendo bombas sin explotar en el recinto. Lo demuestra esta fotografía realizada el 15 de agosto de 1936, día en el que la propaganda dice que se produjo la matanza de la plaza de toros. Cuando posteriormente ésta estuvo desalojada de todo peligro, fue utilizada como centro de clasificación de detenidos. Unos eran fusilados previo traslado al cementerio, y otros, si acreditaban no haber participado en los hechos eran libertados.

El diario barcelonés La Vanguardia, incautado en aquellas fechas a sus legítimos propietarios, publicó en su edición del 20 de agosto de 1936 un resumen de un artículo firmado por Indalecio Prieto en el diario Informaciones. Para levantar la moral de sus huestes nada más que con la mentira, extendió la supuesta historia de la matanza de la plaza de toros. Porque la mentira, como decía Lenin, es una poderosa arma revolucionaria. Prieto escribió con detalles sensacionalistas como había ocurrido, y esto sin aparecer por Badajoz, lo cual tiene mucho mérito: «En Badajoz -agrega- los prisioneros fueron encerrados en el local de la plaza de toros y obligados luego a salir al ruedo por la puerta del chiquero. Cuando aparecían en el redondel, desde los tendidos, gradas y palcos les ametrallaban los facciosos a placer. En la Roma de los nerones, los cristianos, empujados hasta la arena del circo, sucumbían despedazados por fieras auténticas, leones, tigres, etc. El emperador, su corte, y la plebe eran solamente espectadores de la matanza. Al cabo de veinte siglos, registramos la innovación de que los espectadores sean a la vez autores en el martirio y las fieras tengan traza humana. Es posible que en el palco presidencial del circo extremeño haya sido sustituida la clámide imperial que pendía en el palco del circo nerosiano, por la zamarra de cualquier cacique ávido de disfrutar de la orgía sangrienta». Ciertamente, es la izquierda la que en la guerra civil ensayó sistemas de ejecución en masas, como por ejemplo Paracuellos del Jarama.

René Brut, cámara de la productora francesa Pathé-Journal, filmó en el cementerio de Badajoz hileras de incinerados y otra sin incinerar. Fue en la mañana del 18 de agosto. En cuanto a las imágenes de los incinerados se puede observar que no humea, lo cual demuestra que sólo se había hecho una vez. Esos cuerpos, por mucho que ahora la propaganda neomarxista y neostaliniana se empeñe, eran tanto milicianos muertos en las luchas como también efectivos caídos de la fuerza asaltante. En las memorias del Coronel Puigdengolas, Comandante Militar del Badajoz rojo, dejó dicho que la cifra de milicianos en la ciudad las horas previas de la toma, el 14 de agosto de 1936, no llegaba a 275 (doscientos setenta y cinco). Ni 2.000, ni 4.000 ni 8.000, sólo 275. En resumen, Indalecio Prieto, uno de los personajes más dañinos que padecido la política española, fue el inventor de la más impresionante trola de cabecera de la seudohistoriografía izquierdista de nuestros días.